Comer naranjas en la ducha es la manera de cuidarte que desconocías

Comer naranjas en la ducha es la manera de cuidarte que desconocías

13 marzo, 2018 Desactivado

El ritual diario que acompaña al cuidado personal y estético de hombres y mujeres resulta a menudo demasiado tedioso. La búsqueda de nuevas sensaciones que nos hagan sentir mejor es una constante en nuestra vida por lo que quizás, comer una naranja en la ducha, idea que a priori pueda resultarte algo excéntrica, termine convirtiéndose en un hábito de lo más placentero.

Haz un ejercicio de abstracción y quédate con la simple imagen de degustar una deliciosa naranja. Esos pequeños gajos de luz solar, una vez ingeridos, se convierten en un concentrado de vitaminas, minerales y fibra dietética que no deberías privarte de consumir.

Incorpora exquisitas naranjas en tu aseo si quieres tener un gran día

Garantizado. Pocas impresiones tan reconfortantes podrás percibir para comenzar el día como la que te proporcionará el contraste mañanero de una fría naranja, recién sacada del refrigerador y el agua caliente que sale de tu flexo de ducha.

Todo lo que tienes que hacer es abandonarte a la gratificante experiencia que te aconsejamos y comenzar a pelar la naranja bajo el agua, sin la ayuda de utensilio alguno, con tus propios dedos, despegando la piel y dejando caer la cáscara. Si ves que lo necesitas, puedes hacer uso hasta de tus propios dientes. Al fin y al cabo, ¿quién va a censurarte?

Estás a un paso de quedar seducido por el penetrante aroma de tan saludable fruto. Un auténtico alarde olfativo que te trasladará mentalmente a un bucólico huerto donde los sentidos alcancen las más altas cotas imaginables. Su traducción real será que logres dotar a los nervios de la nariz de una eficacia hasta ahora desconocida.

Deja que las naranjas saquen tu lado más salvaje

Lo obvio está por llegar. No estás ante una práctica pensada para que seas meticuloso, sino para que te despojes de tu lado más formal y hagas alarde del arsenal de naturalidad que llevas dentro.

Frota tu cara con la naranja. Aléjate de convencionalismos y saca esa parte indómita y visceral que te caracteriza. Quedarás abrumado y los impulsos comenzarán a transmitirse de un modo casi compulsivo de una célula nerviosa a otra. Tu cerebro parecerá estar de fiesta y tu olfato y gusto serán los detonantes de los fuegos artificiales que estarán por llegar.

Es tu momento. Más tarde tendrás que acabar de acicalarte e iniciar la gran carrera hacia ninguna parte, pero ahora no tienes nada que pensar, dedicándote la más fascinante de las indulgencias. En unos minutos habrás salido del baño e, inevitablemente, te habrás vuelto a convertir en ese ser social que forma parte del entramado conocido como sociedad.

En cualquier caso, ya nadie podrá privarte de las intensas embelesadoras evocaciones que habrán quedado impregnadas en tu boca, en tu rostro y en cada poro de tu piel por lo que el jugo de naranja haya tenido la oportunidad de penetrar. ¿Encuentras alguna razón para no rendir pleitesía a uno de estos anaranjados cofres de vitamina C?

« | »